La discriminación laboral es todavía una asignatura pendiente de las empresas. Si bien las situaciones discriminatorias se han reducido notablemente, muchos trabajadores siguen viéndolas a diario. El género, la nacionalidad o la edad son algunos de los aspectos más atacados en esta mala práctica.
La discriminación laboral es casi tan antigua como el propio trabajo. Al tratarse de uno de los espacios de socialización más importantes que existen, cualquier aspecto que suponga un cambio o una diferencia más o menos significativa respecto al resto del grupo puede motivar una situación de discriminación en el trabajo.
Se trata de un problema que es objeto de una atención especial en las sociedades avanzadas, dado que su mera existencia plantea importantes obstáculos para la convivencia y el bienestar social. También resta atractivo a las empresas que amparan o, como mínimo, se muestran indiferentes ante este fenómeno.
Qué es la discriminación laboral
Por discriminación laboral se entiende la situación en la que un trabajador se ve perjudicado profesional, salarial o moralmente respecto a sus compañeros por motivos que no están directamente relacionados con su desempeño laboral.
Generalmente, la discriminación en el trabajo se origina cuando el trabajador afectado presenta alguna diferencia apreciable respecto al resto de la plantilla.
Estas diferencias pueden ser meramente físicas, como sucede con el género, el origen étnico o la incidencia de alguna enfermedad o incapacidad; o culturales, como la religión o la nacionalidad.
En cualquiera de los casos, los afectados sufren agravios como salarios más bajos, horarios abusivos, ataques personales, menores opciones de promoción profesional o menosprecios y exclusiones por parte de sus compañeros y/o jefes.
La importancia de atajar la discriminación laboral
La discriminación en el trabajo es un potente factor desestabilizador en las empresas que tiene a su vez un hondo impacto en la sociedad. Sucede que determinados tipos de discriminación son sobradamente conocidos por la mayoría de la población pero otros son tan sutiles o aparentemente menores que apenas suscitan atención. No obstante, cualquier empleado que se siente discriminado experimenta un considerable sufrimiento psicológico.
Los comportamientos discriminatorios pueden darse tanto a nivel individual y espontáneo (en ocasiones pueden producirse de manera inconsciente) como a nivel grupal y de manera premeditada (sin duda, los casos más graves).
Por ejemplo, un grupo de empleados puede discriminar a un nuevo compañero porque procede de otro país, dando rienda suelta a todo tipo de tópicos sobre esta circunstancia (esto es más habitual cuando el trabajador en cuestión presenta diferencias físicas, como sucede con los asiáticos o los africanos, por ejemplo).
En otras ocasiones, es la personalidad de la víctima la que propicia una situación de discriminación en el trabajo (timidez, falta de iniciativa, personalidad sumisa…).
Sea como fuere, estos trabajadores se ven sometidos a mayores niveles de estrés que sus compañeros y son más propensos por tanto a padecer trastornos como crisis nerviosas, insatisfacción personal o depresión. Todo ello puede afectar muy negativamente a la empresa, tanto a nivel de resultados (pérdida de productividad) como en su clima de trabajo.
Los principales tipos de discriminación
La discriminación laboral de la mujer es una de las más denunciadas en nuestro tiempo. Sin embargo existen otras tipologías que no suscita tanta atención mediática a pesar de que muchas de ellas están fuertemente arraigadas en determinados ámbitos.
1. Nacionalidad u origen étnico
La nacionalidad no es un factor de discriminación per se, dado que muchos trabajadores extranjeros son vistos incluso con admiración por sus compañeros.
Más bien cabría hablar de discriminación laboral a determinados extranjeros, especialmente cuando el origen étnico de estos resulta más evidente. Es una situación que dificulta la integración de los profesionales que acaban de llegar al país e impide que la empresa se beneficie de la diversidad.
2. Género
Como ya hemos adelantado, la discriminación de la mujer en el trabajo acapara muchos titulares en la actualidad. Este fenómeno abarca situaciones como la conocida como brecha salarial de genero esto es, las diferencias salariales entre hombres y mujeres, o como el déficit de mujeres en puestos directivos.
La discriminación laboral de la mujer también puede producirse entre compañeros, como cuando se realizan comentarios sarcásticos o bromas de mal gusto sobre las supuestas capacidades de un género u otro.
3. Edad
La discriminación laboral por motivos de edad se observa en los dos extremos del mercado. Por un lado, los trabajadores más jóvenes pueden sufrir abusos en sus condiciones laborales (salarios más bajos, jornadas de trabajo más largas…) aprovechando su situación de vulnerabilidad económica. Por otro lado, los profesionales más veteranos pueden ser estigmatizados como personas anticuadas o sin las habilidades necesarias para afrontar los desafíos actuales.
4. Maternidad
Es otro tipo de discriminación laboral de la mujer. Las empleadas que se quedan embarazadas pueden verse perjudicadas a la hora de optar a un ascenso o, incluso, retroceder algún puesto en el organigrama de la empresa. De igual modo, muchas mujeres todavía son interrogadas en las entrevistas de trabajo sobre si contemplan la maternidad a corto o medio plazo, arriesgándose a no ser escogidas en caso afirmativo.
5. Religión
Ya no es un factor de discriminación tan común como hace años pero determinadas muestras de religiosidad todavía pueden provocar situaciones complicadas en el trabajo. Aquí la discriminación suele plantearse de dos formas.
O bien los responsables de la contratación descartan al candidato por su religión o bien el resto de empleados lo someten a una marginación en la oficina. También pueden ponerse obstáculos para la práctica de ciertas costumbres religiosas.
6. Ideológica
Cuando un empleado tiene unas opiniones distintas a la de la mayoría de sus compañeros, es posible que se vea excluido del grupo o que el resto de trabajadores eviten o reduzcan al mínimo la interacción con esta persona.
A nivel corporativo, el profesional puede ser privado de oportunidades de promoción por no coincidir con la filosofía vital, política o económica de la dirección. Un ejemplo de ello sería cuando se perjudica a un trabajador por su condición de sindicalista.
7. Orientación sexual
A mediados del s. XX, la orientación sexual podía ser un factor de discriminación especialmente cruel en las empresas y en otros espacios de socialización.
Esta situación ha mejorado pero todavía perviven ciertos prejuicios contra colectivos homosexuales y transexuales; lo que lleva a verter comentarios injuriosos u ofensivos con los empleados que tengan estas orientaciones sexuales.
8. Estatus social
Pone el acento en la posición social de los trabajadores, promocionando a quienes se consideran más cercanos a la dirección y relegando a funciones menos ambiciosas a quienes proceden de sectores más humildes.
Tradicionalmente, determinadas compañías de gran tamaño ascendían únicamente a los puestos directivos a trabajadores formados en determinadas universidades (cuyos costes suponen una notable restricción económica).
9. Enfermedad o discapacidad
Nuevamente, un aspecto físico del trabajador es la excusa para discriminarlo en su entorno laboral. Esta discriminación obedece a un temor sobre el posible contagio de la enfermedad que padece el trabajador (sucedió en los ochenta y noventa con el sida).
En profesionales con alguna discapacidad, pueden ser vistos como menos aptos que otros trabajadores, perjudicando su empleabilidad o destinándolos a puestos menos relevantes.
10. Acoso sexual
El acoso sexual en el espacio de trabajo es un comportamiento totalmente inaceptable que puede tener duras consecuencias para la víctima y la compañía. Prevenirlo y combatirlo es responsabilidad de la empresa que, en muchos casos y desgraciadamente, ignora el problema.
Detectar un caso de acoso sexual en el trabajo es un problema grave que debe tratarse de inmediato con medidas severas para proteger a la víctima de entorno hostil en el que se ha visto obligada a desempeñar sus funciones laborales.
Para identificar el acoso sexual en el trabajo, la empresa debe contar con una definición muy concreta de lo que se considera acoso sexual. Estas definiciones pueden acordarse mediante convenio colectivo, de forma que ambas partes estén de acuerdo en las limitaciones impuestas.
Promover una cultura empresarial abierta donde haya un espacio seguro para el diálogo, de forma que todos los empleados se sientan cómodos exponiendo sus dudas y preocupaciones en temas tan espinosos como en este caso.
Medir el clima laboral nos servirá para evaluar el grado de satisfacción del empleado, o, en otras palabras, conocer el nivel de comodidad que los trabajadores sienten dentro de la empresa.
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