La ansiedad generalmente es causada por un sentimiento de miedo al peligro (real o imaginario). La ansiedad se presenta de diferentes formas e intensidad: fobias, miedo a la separación, ansiedad social, ataque de pánico, etc. El ejemplo más famoso de pensamiento ansioso es el pensamiento negativo (voy a reprobar el examen) y el perfeccionismo demasiado estricto (tiene que ser perfecto o no es lo suficientemente bueno). Un pensamiento subconsciente que alimenta la ansiedad de los jóvenes es que no son lo suficientemente buenos, lo suficientemente inteligentes, lo suficientemente delgados o lo que sea.
Los maestros están en la primera línea de defensa y se preguntan cómo ayudar mientras son testigos de primera mano de las consecuencias, el deterioro cognitivo y psicológico. A medida que aumentan los niveles de ansiedad, disminuyen las funciones ejecutivas y el coeficiente intelectual. Como tal, la ansiedad es de hecho un trastorno del aprendizaje. ¿Qué podemos hacer?
Como resultado, los jóvenes se preocupan por cualquier cosa que los ponga en posición de competir o ser juzgados. ¿Creerán que soy lo suficientemente inteligente? ¿Suficientemente deportivo? ¿Lo suficientemente popular?
El dolor provoca comportamientos como el entumecimiento, las autolesiones, la asunción de riesgos, el incumplimiento de las reglas, el consumo de alcohol o drogas, la promiscuidad. Sin embargo, es solo un esfuerzo inútil porque el alivio temporal reduce la alegría de vivir y es por eso que la depresión es un pariente cercano de la ansiedad. El ciclo es obvio. Es por eso que los estudiantes necesitan tu ayuda para sobrellevar mejor la ansiedad.
Para aliviar el dolor, padres y maestros, con las mejores intenciones, hacen concesiones. Desafortunadamente, puede resultar contraproducente para usted.
El primer error que la gente comete con más frecuencia es evitar situaciones que causen ansiedad al niño. Proteger a los niños de los miedos es solo una solución temporal que solo profundiza el miedo a largo plazo. Lo mismo ocurre con presentar el mundo como un lugar seguro y predecible en lugar de construir una mentalidad flexible que ayude a hacer frente a lo desconocido.
Otro error es decirles a los estudiantes que todo estará bien. Cuando se enfrentan al miedo, esa declaración en sus cabezas no corresponde a la verdad, y realmente no es verdad. Nadie puede prometerte que todo estará bien. El mundo es un lugar impredecible y es mucho más beneficioso aprender a vivir y manejar el miedo que intentar en vano que desaparezca.
En lugar de seguridad, ofrezca habilidades. Por ejemplo, si un estudiante evita ir a la escuela, cree un contexto que valide su contribución. Un ejemplo de ello es un estudiante que se convirtió en un experto en mascotas escolares. Ya no faltaba a clases porque le dieran responsabilidades, algo que hizo que profesores y compañeros confiaran en él. Se sentía lo suficientemente bien.
Además de la terapia cognitivo-conductual (el mejor tratamiento para la ansiedad), también puedes hacer algunas intervenciones en el aula. Para empezar, puedes valorar el grado de tu conexión con cada uno de los alumnos.
Considere los siguientes aspectos de la vida diaria de sus estudiantes:
- Aula segura, pasillo, autobús, patio de recreo.
- Sólido aprendizaje afectivo-social.
- Ambiente justo. ¿Ayudan los estudiantes a crear reglas y consecuencias?
- Sistema de retroalimentación de calidad. A tiempo, justo, sin vergüenza.
- Más opciones a lo largo del día. La posibilidad de elección construye la autoconciencia. La autoconciencia genera resiliencia.
- Actividades que desarrollan pasión, interés, talento. No subestimes el apartado de música, arte, físico, drama.
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